Roglic, dolor sin premio
Primoz Roglic fue valiente y ambicioso en la llegada a Tomares. Quería limar unos segundos a Remco Evenepoel en la clasificación general de la Vuelta. El tres veces vencedor, sin embargo, se quedó magullado y sin premio por atacar a tres kilómetros de meta y sufrir una caída en la recta final. Al mismo tiempo, Mads Pedersen se apuntaba su segunda etapa en la ronda española.
La imagen de Roglic sangrando al final de la decimosexta etapa de la Vuelta será una de las más icónicas de esta competición. El líder del Jumbo atacó en un repecho del 9% que pilló a todos los favoritos totalmente descolocados. Se marchó a dúo con el sprinter alemán Pascal Ackerman y empezaron a hacer camino.
Roglic pensaba que iba a sacar un botín, pero el líder Remco Evenepoel se quedaba en una cuneta con la mano levantada evidenciando un pinchazo. La norma dictamina que cualquier ciclista que sufra un problema mecánico en una etapa llana a menos de tres kilómetros recibirá el mismo tiempo que el pelotón.
Así las cosas, el segundo de la general supo del infortunio de su rival, pero siguió tirando como si de una contrarreloj se tratase. Sabía que los sprinters que llevaba a rueda –Mads Pedersen le pilló con la ayuda de Van Poppel y Fred Wright– le iban a levantar las pegatinas en la llegada, aunque podría obtener unos segunditos.
El esloveno, pese a todo, esprintó para entrar con ellos e hizo un afilador que terminó con sus huesos en el suelo. Roglic se pegó un leñazo a más de 60 km/h y quién sabe si sus opciones de luchar por la general han quedado zanjadas por este alarde de ambición. El esloveno se la jugó para nada, mientras que sus rivales Evenepoel y Mas salvaron la jornada sin ningún esfuerzo. A veces ser valiente no tiene premio.
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